[Publicación] El señor Wolf y la señorita Moon - Ficha/Amazon

Me complace anunciar la publicación en Amazon de la primera parte de El señor Wolf y la señorita Moon. Os dejo la sinopsis, la portada y el primer capítulo, revisado y corregido, para todo aquel que le pueda interesar tener la historia compilada en un solo volumen.

El señor Wolf y la señorita Moon

Autor: Paty C. Marín
Formato: Versión Kindle
Tamaño del archivo: 345 KB
Longitud de impresión: 96
Vendido por: Amazon Media EU S.à r.l.
Idioma: Español
ASIN: B01A7LGMR6

El señor Wolf pasa desapercibido entre los humanos como uno de los hombres más ricos e influyentes del país. Seguro de sí mismo, elegante, seductor y ambicioso, siempre ha despertado interés entre las mujeres por su naturaleza salvaje. Durante una fiesta, un olor nuevo y fresco inunda sus sentidos, la esencia de una mujer a la que ansía poseer.

Una mujer comprometida.

Pero no hay nada que el señor Wolf no sea capaz de conseguir. Su lado depredador tomará el control de la situación para seducir a esa mujer. Una noche será suficiente para conquistarla y hacerla suya.


El señor Wolf y la señorita Moon
~I~

El señor Wolf percibió una intensa fragancia que atrajo su atención de inmediato, como una descarga. Aquella esencia —femenina, sin duda—, destacaba por encima de las demás invadiendo todos sus sentidos, penetrando en su cerebro de una forma tan violenta que anuló su parte más racional.
Un gruñido grave y ronco surgió desde lo más hondo de su pecho. Cerró con tanta fuerza la mano alrededor de la copa de champagne que los nudillos se le pusieron blancos y su único pensamiento fue que esa mujer, la dueña de esa fragancia tan atractiva, debía ser suya.
Tenía que reclamarla para sí cuanto antes.
Miró a un lado y a otro, tratando de hallar el origen de sus desvelos, pero el salón estaba repleto de gente. Se encontraba en otra de esas reuniones sociales a las que eran tan aficionados los seres humanos. Celebraciones donde hombres y mujeres se juntaban en pequeños rebaños para parlotear sobre frivolidades mientras, en secreto, firmaban pactos y sellaban acuerdos que podían cambiar el curso de la historia.
Wolf era reacio a estas veladas, detestaba los espacios cerrados. Pero dada la posición que ocupaba entre los miembros de aquella especie, su presencia era necesaria y casi una obligación. Por otro lado, como dueño de una importante empresa, era primordial asegurar nuevos contratos y conseguir una buena financiación para futuros proyectos.
Así que allí estaba, poniendo a prueba todos sus conocimientos en protocolo social. Lo que peor llevaba, además de interactuar con humanos, era la mezcla de aromas. Los perfumes femeninos enmascaraban olores naturales, la carne cruda se quemaba en las cocinas, el humo de las diferentes marcas de tabaco y el polen fresco de las flores de la decoración lo dejaban aturdido y mareado. Siempre acababa con las tripas revueltas y un dolor de cabeza que solo podía aplacar con una buena dosis de alcohol.
El olor de la sangre distrajo su atención del dulce aroma femenino. Se dio cuenta de que había hecho añicos la copa por la fuerza con la que cerraba el puño y el líquido burbujeante provocaba un pequeño escozor en el corte.
Rumiando una maldición, se deslizó hacia los pasillos, tiró los fragmentos a una papelera y mientras se sacaba un cristal de la palma de la mano, evitó salpicarse el Armani de sangre. Era difícil de limpiar y aunque a él le gustaba vestir únicamente su propia piel, se sentía cómodo con aquellos trajes a medida de texturas naturales, sin ningún tratamiento químico adicional. No le provocaban picores ni rozaduras y de ese modo, podía ir cubierto sin escandalizar a nadie.
Asegurándose de que no se fijaban en él, lamió el corte de sangre y la herida cicatrizó como si nunca hubiera existido. Ajustándose la chaqueta y enderezando la corbata, regresó al salón principal. El cuarteto que amenizaba la velada interpretaba una pieza lenta y sensual, las voces eran un murmullo constante y la gente formaba reducidos corrillos de tres o cuatro personas. Cerró un momento los ojos y trató de discernir desde qué dirección provenía la fragancia que lo estaba volviendo loco. Como buen cazador, siguió el rastro que, poco a poco, se fue volviendo más intenso.
Lo percibió con mayor intensidad cada vez, una mezcla a bosque, tierra y nubes, fresco, oscuro y seductor, como una noche de luna llena. Se movió por el salón buscando, dejando a su paso miradas de interés femenina. Todas las hembras humanas se sentían atraídas por él y por su impecable y elegante aspecto. Su presencia las inquietaba y les provocaba atracción por igual, a todas les parecía un poderoso y esbelto depredador y no comprendían la razón de tan primaria sugestión. Él sí lo sabía, era su naturaleza de alfa, escrita en sus genes. Por eso evitaba algunos encuentros en la medida de lo posible mientras que en otros, bueno, se dejaba llevar.
Frenó en seco.
Allí estaba ella, la mujer de la fragancia salvaje. Le daba la espalda, ofreciéndole una vista trasera de sus voluptuosas curvas mientras saludaba a un hombre importante. Parecía que la chica acababa de llegar a la fiesta, lo que explicaba que hasta ese momento no hubiera captado su olor. Volvió a inspirar una profunda bocanada, embriagándose con los matices seductores de aquella joven de hipnóticas caderas y piel pálida.
Llevaba el cabello recogido en un moño muy prieto. La curva de su nuca se le antojó, exquisita, se le hizo la boca agua al imaginar una marca de sus dientes sobre la piel femenina. Su cuerpo iba cubierto con un vestido blanco plateado, de finos tirantes y falda plisada, dejando a la imaginación sus largas piernas. El señor Wolf no pudo evitar fantasear con su imagen desnuda sobre la hierba, bajo una enorme y redonda luna llena recortada contra el cielo nocturno, arrojando destellos plateados sobre su piel y dibujando sus formas en la oscuridad. Reprimió un aullido y se cerró el nudo de la corbata para evitar que su voz humana le jugase una mala pasada.
La muchacha se giró para mezclarse entre los invitados y se encontró, de golpe, con la expresión depredadora de Wolf. Ella se detuvo y contuvo el aliento, estremeciéndose. Él le sostuvo la mirada sin perder detalle de su rostro, grabándoselo a fuego en la mente, del mismo modo que su esencia se le había grabado en el cerebro y ya no podía oler otra cosa que no fuese a ella.
Tenía las mejillas redondas, el labio inferior grueso, una barbilla pequeña y un cuello de cisne. Sus ojos eran grises como el acero, sus cejas elegantes y la frente despejada invitaba a una caricia; en conjunto su cara era curva como el resto de su cuerpo. Redonda como una luna. Preciosa.
La deseó de un modo doloroso. No pudo evitar bajar la mirada hacia sus pechos apretados dentro del vestido y se dio cuenta de que no llevaba sujetador. Se pasó la lengua por los labios y ella retuvo el aliento, provocando que sus senos vibraran dentro del corpiño del traje. Se le hizo la boca agua.
Una mano masculina rodeó la cintura de la muchacha y la empujó hacia la fiesta. Por instinto, el señor Wolf le hubiera arrancado la mano a aquel humano que tocaba lo que era suyo sin permiso, pero se recordó, una vez más, que reclamar a una mujer en público no daría buena imagen. Las cosas con humanos se hacían de otra manera, por lo que reprimió un rugido de advertencia.
Ella no dejó de mirarle fijamente mientras la arrastraban hacia los invitados, con ojos de ciervo, brillantes y confusos. Percibió que se mordía el apetitoso labio inferior y sus mejillas se sonrojaban bajo la sombra de maquillaje. Su aroma se volvió picante, con una mezcla de temor. Sonrió de medio lado.
—Serás mía, mujer —murmuró—. Antes de que amanezca, serás mía.
No perdió de vista a su presa en ningún momento. A medida que ella se movía, él cambiaba de lugar para vigilarla desde una posición privilegiada. La observó desde todos los ángulos, estudió cada curva de su anatomía, sonrió cuando ella reía y arrugó el ceño cuando ella se quedaba callada. Esquivó su mirada en todo momento, manteniéndose escondido entre las personas, espiándola en silencio. Disfrutó de cada gesto, de cada movimiento, de cada respiración. Y se regocijó con cada uno de sus estremecimientos.
Ella sabía que la estaban vigilando y desplazaba la mirada entre los invitados buscándole a él, sin ser consciente de estar haciéndolo.
No encontraría al señor Wolf si éste no se dejaba encontrar.
Un par de horas más tarde, tras unas cuantas preguntas a las personas adecuadas, descubrió todo sobre ella.
Se llamaba Blanche y estaba casada. Era una de las cinco hijas de la familia Moon, la que estaba en segundo lugar, y se había comprometido durante su estancia en la universidad. No tenía hijos, había estudiado Biología, pero no había terminado la carrera, y pasaba los días en casa mientras su marido, el respetado cirujano Robert Douglas, salvaba vidas en el hospital.
Le ardieron las entrañas de rabia. Aquel enorme pedazo de carne que tenía por marido había tocado a la que tenía que ser su mujer. En circunstancias normales habría peleado por el favor de la hembra, pero las cosas funcionaban de un modo distinto en este lado.
Se frotó los ojos, cansado de reprimir sus instintos, torturándose con el aroma de aquella mujer a la que no podía tocar y con la que deseaba copular. No deseaba otra cosa de ella. Deseaba tumbarla y hacerla suya una y otra vez, sin descanso, hasta que ella se rindiera por agotamiento para después, cuando hubiera descansado, copular de nuevo. Tenía la sensación bullendo bajo la piel, la certeza de que jamás se saciaría con ella y que, pese al inoportuno inconveniente de estar atada a otro hombre, ella le pertenecía solo a él.
Si esa noche no conseguía al menos un beso de esa boca rosada, se pasaría las semanas siguientes corriendo entre los árboles de pura desesperación, aullándole a la luna su desgracia.
La señorita Moon —se negaba a pensar en ella como la señora Douglas— se separó por fin de su esposo para dirigirse al baño femenino. El cazador vio la oportunidad, se deslizó silencioso entre los cuerpos que se interponían en su camino y alcanzó la puerta cuando ésta no había terminado de cerrarse del todo. Estaba demasiado cansado de pensar en los mandamientos sociales humanos y también, de contener el irracional deseo de olerla de cerca.
La mujer giró en redondo en cuanto le vio venir. Wolf observó las emociones que cruzaron por su mirada: confusión, inquietud, anhelo… La vio estremecerse cuando las sensaciones que él mismo provocaba con su presencia envolvieron toda su piel. Su mente humana no pudo comprender que lo que le ocurría era que también percibía el aroma masculino y le gustaba su olor, hasta el punto de calentarle las entrañas y remover las brasas de su interior.
A Wolf le sucedía lo mismo.
—¿Qué está haciendo? —preguntó ella, con cierta alarma.
Wolf ni siquiera respondió, se abalanzó sobre Blanche, la agarró por los brazos y fundió un beso desesperado en su boca. Pese a sus modales de cavernícola, el arrojo de Wolf provocó que la señorita Moon se ablandara bajo su contacto. Al principio se resistió, pero cuando Wolf le separó los labios con los suyos, ella lanzó una exclamación y él aprovechó para introducirse en ella y disfrutar de la calidez de su boca. Tenía un sabor tan intenso como su olor. Su lengua era tímida e inexperta, y él no tuvo contemplaciones a la hora de poseerla.
—Llevo deseando besarte toda la noche —gruñó él, empujándola hacia la encimera de mármol de los lavabos.
No podía seguir pensando, deseaba dar rienda suelta a su naturaleza animal.
—C-creo que me confunde... —gimió ella con la voz entrecortada por la sorpresa, estremeciéndose como una hoja en otoño—. No lo conozco de nada…
—Yo sé perfectamente quién eres —susurró rodeándole la nunca desnuda con una mano y atrayéndola de nuevo a su cuerpo para hundirse entre sus labios en un beso profundo y apasionado.
Ella se puso de puntillas y se aferró a las solapas de su chaqueta. Wolf intentó frenar el deseo que crecía en su vientre y que lo impulsaba a devorarla con desenfreno. Ella respondió tras una vacilación y le devolvió el beso lanzando un suave gemido que fue directo a su miembro. El deseo rugió con tanta fuerza que fue como un golpe.
Era una mujer casada, pero dejaría de serlo dentro de muy poco. Él sería el único hombre en el que Blanche pensara cuando cerrara los ojos. Suyo sería el nombre que susurrara mientras temblaba a causa de un orgasmo.
Deslizó los tirantes del vestido por los pálidos hombros femeninos hasta que ella detuvo el beso y evitó que descubriera sus senos.
Wolf emitió un gruñido de protesta, endureciendo la expresión de su rostro, demandando en completo silencio su rendición. Ella cerró los ojos sin dejar de temblar, embargada por el salvaje erotismo del momento y Wolf le bajó el vestido hasta la cintura. Contempló con asombro sus pechos desnudos y la forma en que se estremecían a causa de su agitada respiración.
Era la fémina más hermosa que hubiera visto jamás.
Se lanzó a besarla, ansioso por quitarse la molesta ropa del traje y apartar por completo el vestido que cubría el cuerpo de la mujer para entrar en contacto directo con su piel. Ella contuvo la respiración y se agarró a él, apretando los pechos contra su torso. Estaban tan calientes que notó la presión sobre su cuerpo y su sangre se espesó. Llevó las manos hacia su espalda para apreciar el tacto de su piel erizada y hundió el rostro en su cuello, inhalando su aroma a mujer sensual y salvaje, a hembra excitada. Tenía una textura aterciopelada y comenzaba a estar empañada por el sudor. Ardía por él igual que él ardía por ella.
Al levantar la mirada, su reflejo en el espejo del baño lo arrancó de su fantasía. Se había dejado llevar y su naturaleza animal había comenzado a apoderarse de él. Sus ojos se habían oscurecido, sus cejas y su barba se habían poblado, sus dientes se habían afilado y sus manos, morenas y grandes, habían cambiado hasta quedar a medio camino entre una mano humana y una garra, contrastando sobre la piel blanca de Blanche.
El traje se le había quedado pequeño y las costuras parecían a punto de saltar.
«Así no», pensó.
Así no era como tenía que verle su compañera, la futura madre de sus cachorros, la líder de su manada. Ella no podía verle como una bestia.
Angustiado por la situación, por la cercanía de una hermosa mujer desnuda, por su aroma, el señor Wolf contuvo a su bestia y permitió a su parte humana tomar el control. Solo cuando estuvo seguro de que su aspecto volvía a ser el de siempre, se apartó lentamente de la muchacha. Ella se cubrió los pechos con los brazos, que rebosaron por encima, y le lanzó una mirada entre dolida y preocupada. Hubiera preferido pillarse el rabo en un cepo antes que ver aquellos ojos como dos lunas mirándole con recelo.
—No es así como debe ser —dijo Wolf con la voz ronca. Le colocó de nuevo el vestido sobre los hombros y le dio un beso en la frente—. No mereces un revolcón en un baño público.
Ella, repuesta de la impresión, le cruzó la cara con un sonoro ¡plaf! y sacudió la mano para aliviarse el picor.
Sin decir nada, se dirigió a la puerta resoplando indignada. Wolf la agarró de la muñeca y la atrajo hacia él para besarla con toda la pasión que deseaba demostrarle, hasta que ella dejo de patalear y abrió la boca para él.
—Mereces que te haga el amor en condiciones —explicó succionando su lengua. Ella se aferró a sus hombros con la respiración entrecortada—. Mereces correr desnuda bajo la luna, sintiendo la hierba sobre tus manos y tus pies descalzos. Mereces sentir la lluvia sobre tu cuerpo, las gotas de agua deslizarse por tu piel... Mereces sentir el viento y la brisa entre las piernas, las hojas de los árboles, el olor fresco de la mañana al amanecer —susurró entre sus labios inflamados de deseo con toda sinceridad—. Disculpa mi arrebato, pero hueles demasiado bien y eso me aturde. Permite que te invite a cenar a modo de compensación por mi comportamiento y luego decide si quieres olvidarme o no.
—Estoy casada —respondió ella.
—Yo me encargaré de eso, querida.
Cubrió su rostro con las manos y le ofreció un apasionado beso de despedida antes de marcharse.

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3 intimidades:

  1. Anónimo15:28

    Sigue publicando la segunda parte por favor. Llevamos mucho tiempo esperando otro capitulo!! Besoss

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  2. Anónimo0:19

    Hola! Vi tu historia en Wattpad,mi pregunta ¿es la seguirás por ahí? Gracias

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  3. Sí, enseguida continúo la historia :)

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